martes, 10 de abril de 2012

La irresponsabilidad tiene un precio

Nunca es fácil escribir una entrada cuando se trata de denunciar un acto de violencia que tiene como consecuencia la muerte de una persona. En este caso, la muerte de un ser entrañable para los que somos históricos de Segur como lo era Pepe, también conocido como Roncero. Después de la tragedia, como vecina y como representante política, me gustaría transmitir a la familia mi más sincero pésame por la muerte de su ser querido.

Desde que tengo uso de razón recuerdo verlo por el pueblo, siempre con ese aire de inocencia a su alrededor. Una persona introvertida pero amable y muy correcta. Un ser que no hizo más que trabajar y cumplir al máximo con su obligación. La vida no fue muy justa con él en sus inicios, y tampoco lo ha sido al final, dejándonos de una manera drástica e injusta.

Sírvanos este suceso para recapacitar, entre todos, qué significa la vida de una persona. Qué significa trabajar por conseguir una sociedad cohesionada, una sociedad del bienestar donde los derechos fundamentales, entre ellos la seguridad de las personas, sea un objetivo básico y principal en los presupuestos y hojas de ruta de los gobiernos.

Cualquier ciudadano entenderá que la violencia no es patrimonio exclusivo de ninguna cultura ni de ningún pueblo y que agresiones como la que sucedió el pasado jueves en Segur, desafortunadamente, suceden, a diario, en el mundo. A partir de acontecimientos como éste, sería muy sencillo justificar el odio y la xenofobia hacia algunos colectivos. Pero dicha sencillez conlleva el peligro de generar sentimientos de intolerancia y de rechazo que, lejos de ayudarnos, nos harían un flaco favor. Es por ello que, en momentos difíciles como los que vivimos, lo mas aconsejable es trabajar todos unidos por la consecución de un objetivo básico, la paz social. Y es aquí, precisamente, donde reside la principal responsabilidad de los gobiernos, en invertir para fomentar, desde la escuela, conceptos básicos como la tolerancia y el respeto hacia la diferencia, hacia las distintas culturas y formas de pensar.

Lo hasta ahora dicho no quita que quién la hace la tiene que pagar, pero independientemente de la procedencia que tenga. No se puede dejar impune una muerte como la de nuestro vecino. Pero, por favor, no nos dejemos llevar por arrebatos de pasión que no conducen más que a crear rupturas irreconciliables.

Espero que la muerte de Pepe Roncero sirva para que el actual equipo de gobierno de Calafell se cuestione su posición de enrocamiento ante la moción presentada en pleno el pasado día 5 de abril. Una moción en la que partidos políticos (con y sin representación en el consistorio) y asociaciones de vecinos pedían, como muestra de unidad, una mejora del servicio de seguridad ciudadana. Pura coincidencia o no, el mismo día en que un grupo de personas, menores incluídos, agredían a Pepe.

El mensaje debe ser único y claro. Los representantes políticos con responsabilidades de gobierno en Calafell no pueden esperar más. Deberían remangarse y reconsiderar su absurdo posicionamiento en contra de todo lo que provenga de la oposición. La propuesta unánime de crear un consejo de seguridad y de mejorar los servicios policiales de atención al ciudadano no debería de poder votarse en contra por parte de un gobierno responsable.

Cuidado, pues, con estas actitudes hostiles y absurdas porque la responsabilidad como gobierno la tienen para intentar evitar sucesos como éste. Hay que actuar.

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